Arrancando con los servicios de copywriting consciente.
Todos, absolutamente todos, hasta los que están en lo más alto de la cumbre, hubo un día en que fueron aprendices, y hubo un día en el que empezaron. Con los copywriter sucede lo mismo.
Hace tiempo que no me paso por el blog.
He estado invirtiendo el tiempo que tenía en otras tareas. Hoy he querido volver por aquí, gracias a mi admirado Pablo Herreros que, en uno de sus cursos, nos ha invitado a apredender aceptar la vulnerabilidad.
Hay muchos ejemplos de fallos, errores… que se pueden cometer. Somos humanos y ante estas situaciones lo mejor es, en lugar de ocultarlo con excusas, como decimos por aquí: coger el toro por los cuernos y reconocerlo.
Es mucho más valioso para tu marca, posicionarte como alguien que reconoce cuando algo ha surgido de una manera diferente a la esperada: no has podido cumplir la atención que prometes, o mucho peor, se comente un error que puede hacer peligrar los datos personales de tus clientes, por ejemplo.
Yo me quiero centrar en lo que ahora puede ser una debilidad en mis servicios de copywriting consciente, aunque puede ser también una ventaja, según se mire. No es un error como tal, aunque sí puede ser percibido a priori como una desventaja competitiva. Y qué leches, me apetece sacar el tema y hablar claro.
¿Sabes qué puede ser?
Para contártelo, he decidido compartirte el segundo correo que escribí para mi lista el 6 de febrero del 2023, donde me sinceraba y hablaba de mi situación.
Aquí lo tienes:
Los inicios… ¿Quién dijo que fuera fácil?
Los inicios, sí.
A ti no te voy a engañar y te voy a decir que llevo no sé cuantos años ayudando a no sé cuantas empresas a mejorar sus textos para vender más.
No, te mentiría.
Estoy empezando. Sí, no sé si decirlo muestra necesidad o no. Si te digo la verdad, me importa un pimiento.
Estoy empezando.
Hace 1 año y 3 meses estaba sentada en la mesa de subdirección de una oficina de la Caixa en Rociana del Condado, terminando mis últimos expedientes de préstamos, vendiendo mis últimos seguros… y limpiando mis cajones. Ya sabía que me marchaba y tenía que tirar y deshacerme de las cajas y papeles que me habían acompañado en los últimos años.
Hoy estoy aquí, delante de mi ordenador, escribiendo un boletín informativo a una modesta lista de suscriptores, que la mayoría, son amigos o conocidos, de un nuevo proyecto que comienzo con muchas ganas e ilusión.
Pero no me importa.
A escribir se aprende escribiendo; y quiero escribir newsletters, y secuencias de e-mails de ventas y miles de cosas más.
Y hay que empezar y estos son mis inicios.
Este es el segundo correo que te escribo, a los 15 días como te prometí, un e-mail que es una mezcla entre confesión y nervios, porque esto ya va en serio. Se acabaron las medias tintas.
Quiero contarte que he empezado a trabajar en mi propio sistema para captar clientes, estoy analizando las primeras webs y plasmando cómo lo hago, qué miro, qué analizo, por qué, qué falta, qué sobra, qué mejoraría…
Y me estoy sentando con mis primeros clientes y afrontando casos reales de empresas y autónomos que necesitan textos para sus proyectos, para atraer a clientes cualificados y para vender más.
Aún no puedo mostrarte ningún caso de éxito, pero prometo que te lo compartiré cuando lo tenga.
Mientras tanto, te invito a leer el tercer artículo que escribí para el blog (…)
¿Y sabes qué?
Hoy que lo leo de nuevo 2 meses después, miro desde arriba el camino recorrido y los avances que he dado desde que empecé en esto del copywriting y me siento muy orgullosa.
Es más, uno de mis primeros clientes ha visto esta evolución y ha confiado en mí, aunque esté empezando.
Estos son mis comienzos, duros. Sí.
¿Ventajas?, también. Algunas como:
¿Piensas que puedo dedicarte el mismo tiempo que si tuviera 10 proyectos más encima de la mesa?
Si después de leer este artículo, piensas que puedo ser la persona que te ayude con la escritura de los textos para tu proyecto, te invito a rellenar el formulario de contacto para agendar una llamada.
Feliz comienzo, feliz camino.
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